La forma en que una persona adquiere un inmueble ha cambiado radicalmente en los últimos años. Hoy en día, los consumidores ya no acuden «a ciegas» a un agente, sino que, con anterioridad, buscan informarse sobre factores que puedan influir en su decisión de compra. Verifican información adicional a la vivienda por sí misma, como servicios cercanos, detalles de la zona, acceso al transporte y a las vías de comunicación, etc.

Esta amplitud en los puntos de contacto potenciales con el cliente ha obligado a las empresas a diseñar, medir y controlar nuevas estrategias de marketing inmobiliario que aporten valor a los usuarios y los convierta en clientes y prescriptores.

Un reporte publicado por Lamudi, una empresa de bienes raíces experta, destacó que la tendencia hacia el uso de la tecnología se vio potenciada tras el confinamiento provocado por la emergencia sanitaria y aumentó en 95 % las búsquedas de los usuarios para comprar o rentar inmuebles.